miércoles, 29 de agosto de 2012

Soy una sombrilla.

Que va en tiempos de tormenta.
Que acompaña en días de sol.
Que moja la alfombra, que se queda esperando en la puerta, que se abre, que se cierra, que se cuelga al revés.

Y cabe en el bolso perfecto, pero además estorba poco en la mano.

Que se presta, se regala, se mantiene. Y que además es innecesaria para los que tienen el coco fuerte, que no son terrones de azúcar, que no se derriten en el agua y que no se asan en el sol.

Una sombrilla rota. para poder ver el arco iris por los huequitos, o eso dice ella para darle una razón de ser a tu hobby de hacerle hoyos.

Que da mala suerte en la casa si se abre, pero en la calle va de maravillas y al igual que otras se fabrica en cadena.
Con mango y sombrero.
Que no está a la moda, tampoco es de marca.

Una sombrilla que sabe ser sombrilla, por eso no se enoja por no ser algo más.


Tengo de amigo a un serrucho.

Una vez leí un post que me dejó una idea increíble, hablaba de compartirle una mitad tuya a una persona que estaría gustosa de hacer lo mismo y contraté a un cirujano.


Desde entonces tengo de amigo a un serrucho, porque me pasó algo bien curioso, y es que en cuanto le dije a él que quería serrucharme el cuerpo por la mitad y que  le daría una mitad mía para que él me diese una mitad suya.
Me miró como si fuera un pimiento verde.
Y me dejó con la mitad colgando.
Se fue entero no sé a dónde. Y mi otra mitad también.Quizá porque estaba molesta o porque fue a buscarlo a él.
Y bueno; ahora sólo tengo un sólo ojo, un pulmón y un riñón. Y nada más le veo los dientes al serrucho como queriendo decirme que todo está bien.
La otra mitad no se la veo.

El monstruo.

Hoy quisiera extrañarte porque te quiero, pero te extraño porque sufro.
La noche se dilata y el tiempo se agobia junto con mi alma en un rincón del cuarto,
buscando una salida o buscando un escondite.

¿Quién quiere esconderse de sí? ¿Quién busca salida dónde no hay entrada?


Verás que... me causan temor mis pensamientos, tanto así, que ya descubrí que el único culpable de los dos, no es ninguno; sino mi mente.

Entonces comprenderás que somos tres, pero no me atribuyo la inocencia.

martes, 28 de agosto de 2012

Querer más.

Siempre hubiese querido algo más. Pase lo que pase.

Por eso he decidido casarme conmigo misma; así siempre sabré de anticipado que voy a querer y me lo daré como me gustaría recibirlo, y lo recibiré como me gustaría que lo recibieran.
Y siempre será suficiente, lo justo, lo apropiado. Hasta el día en que me aburra, y finalmente me deje.


Hoyos.

En este momento no sé si yo soy mi prisión o vos sos la mía, o si vos y yo somos mi prisión o simplemente no estoy en ninguna prisión.

Sólo sé, que hay más que ataduras entre vos y yo. Una cadena sin cerradura, sin llave, sin candado.
Que posiblemente yo sea la llave para un candado que ni siquiera existe, o que simplemente no haya ninguna cadena, ninguna atadura.

Pero estoy segura de que hay algo que no me deja huir, algo que me ataja, me retiene. A lo mejor un muro o una reja, que no tengo claro si soy yo o vos, o quizá ninguno.

Por eso siento que en mi corazón hay un hoyo.
Que no lo vacía y que no lo llena.
Si es que puede llenarse, si es que acaso puede vaciarse. 

Vivo en el infierno de tu paraíso, pero desconozco verdaderamente si es más infierno que paraíso, o más paraíso que infierno. A lo mejor el limbo.

Sin embargo segura estoy de que te he odiado tanto como te he amado. Y que de tanto odiarte, y de tanto amarte; no voy a saber si alguna vez hice alguno de los dos. 

lunes, 27 de agosto de 2012

El secreto.

En medio de los impulsos he querido gritarte a la cara que sé la verdad.

Que para mí no es un secreto que seas cómplice de el reloj, que en las noches dialogues con tus culpas, o que en las mañanas empieces de nuevo a vivir tus mentiras.


He perdido el valor tratando de encontrar las piezas que construyan la figura de lo que hoy habita en mi pecho; pensando en tus palabras que ahora parecen tan lejanas. Y es gracioso como tus recuerdos bloquean la necesidad de pensar, cambiando mi "obligación" por el anhelo de que todo sea un engaño de la mente.

Pasar por inocente no es cosa fácil cuando se es culpable.

Y me declaro culpable de saber tus miedos.
Y me declaro culpable de sufrir tu terror.
Y me declaro un monstruo por no hablar, pero te declaro un monstruo a vos por lo mismo.

Hay alguien aquí, pero no soy yo.
Me he perdido en tus secretos... Que hoy son los míos.