lunes, 26 de marzo de 2012

Llorar por muertos de hace 100 años

Un sólo minuto para mirarte a la cara y decir: Quiero ser tu pupila.
 No de las que andan con libros por ahí si no de las pupilas que observan, de las que se dilatan. Quiero interpretar tu mirada a través de mis ojos pero bajo tus párpados, y descansar en tu júbilo y  sufrir tus amarguras y vivir tus experiencias junto con las mías.

Ver tu silueta en un andén, o simplemente escuchar de tus pensamientos el sentido real de tus palabras, para que entonces cuándo yo muera,  tú me reconozcas, y aún así me hayas olvidado por lo menos yo saber  cómo hacer para que me recuerdes, y dedicarte un libro, una película hechos por mí, y una canción robada casi como propia por ser un tesoro.

Y cuando yo muera decir, en la tierra estuve contigo.
Sin embargo así no estés, en la tierra sigo contigo, porque cada día alimento con fervor las palabras congeladas en el papel que una vez pronunciaste aunque sea en tu mente; y tu musa se apodera de mi y me sumerge en tus mundos, que sé, vivirán eternamente.

Se me olvidaba

Se me olvidaba decirte que cuando terminemos no le hables de mí a nadie, porque no hay nada más harto que a uno le hablen del ex. Y más si es un ex como yo, de esos que parecen como una hermana; no porque estemos juntos todo el tiempo sino por el nivel de confianza e intimidad que sobrepasa incluso a la que tienen algunas parejas de casados.
Y bien, pensarás que es un desperdicio que escriba esto, pero lo veo necesario. Porque no quiero que queden residuos de mí por ahí volando y que luego se incrusten, se implanten en la memoria de alguien más a la fuerza y termine sintiendose fastidiado al escuchar pronunciar mi nombre. Esto no es bueno porque no me gusta que me piquen las orejas y suficiente roja tengo las mejillas como para complementar con algo más. Parecería un duende juguetero de los que viven en el polo norte con papá Noel.
Por último pienso que no deberías olvidarme, porque si me olvidas no tendrás un pasado y yo tampoco tendré uno que contar, sino que se formaría un vacío y creeremos que sufrimos de amnesia y la terapia tal vez sea que nos volvamos a encontrar para recordar y esa no es la idea.
Si es que todavía guardas mi corazón de oro, inventate una historia fantástica de cómo lo conseguiste y dile a la nueva dama que no vale más que cinco pesos porque su valor ha expirado y ha degenerado en un simple trozo de metal sin significado sentimental pero sí con una gran historia, y entonces ahí tiras tus penas a la alcantarilla para que se mezclen con el agua sucia y enturbie más la razón por la que nos dejamos.

Ya en serio, para finalizar he de decir que como mínimo recordaré tu cara cada vez que mire al color azul, no porque seas aburrido, ni triste, no, no... Sino porque lamentablemente llevas mi color favorito impregnado en tus ojos. Y en tus ojos además llevas el reflejo de tu alma y la mía, que la mía y la tuya una vez fueron una sola...

Un baile blanco

Me hubiera gustado

Que prefirieras jugar al coliseo romano con las hormigas que viven en el jardín de tu casa conmigo, haciendo de emperador o quizá de gladiador y nos sometiéramos al poder, al placer y también al dolor.
Que hubieras preferido hilar tazas de café entre las almohadas de tu cama y que disfrutáramos juntos ese aroma calientito que se coce en la cafetera.
Me hubiera gustado que prefirieras naufragar conmigo en el vacío de la hamaca entre colores untados de telarañas y adornados con tierra, para que zarpáramos en la isla más alta y sería entonces nuestro secreto.

En cambio dejas eso por algo más real.

Apurarse para dormir

Quisiera saber porqué me apuro por dormir. Cuando en realidad no quiero.
Que me dá miedo estar cansada al otro día y dormir cuando en verdad tengo ganas...

¿Porqué mirar la hora cada 5 segundos, desesperada de que por lo menos queden 3 horas para cerrar los ojos? Sin embargo no quiero.
¿Porqué será inoportuno el sueño y también la inspiración?

Al parecer las musas nunca duermen y el sueño tiene miedo de no ser soñado.

Lo que sé es que me abruma no haber dormido incluso cuando no quiero porque mañana tendré sueño y querré dormir, pero entonces me llegará la inspiración que nunca duerme y es inoportuna.

Ser atacado por una cucaracha es como ser una torre gemela.

Todo el sistema se encuentra en funcionamiento, en estado sereno, haciendo lo que siempre hace o simplemente inmerso en sus quehaceres.  Cuando zas!! el misterioso objeto desconocido choca.
He de decir que no sólo mi cabeza terminó contra el suelo, sino que las cobijas, el computador y TODO terminó abajo. Colapso.
Porque nadie espera que una cucaracha de repente lo ataque a uno, ni mucho menos que sea una voladora.
A fin de cuentas luego de estar perdida un rato y de haberme dejado en un grave estado de shock, fue encontrada por mi mamá quien la mató con un solo aplique de veneno, sin embargo a la final tocó poner a lavar las cobijas y velar porque el computador por lo menos hubiera caído en una almohada.