domingo, 13 de abril de 2014

Cigarrillos.

Ese aroma que permanece a pesar del tiempo.
Que se esconde en la ropa, en las sábanas, en el cabello, en los labios.
Sutil, imperceptible; y cuando uno menos se lo espera vuelve a aparecer, como un fantasma.
Y entonces te asfixia. 
Se va, pero se queda.
Lo matas, pero nunca muere. 
Ese aroma que así no exista, vive en tu memoria, y entonces se hace eterno, y está en todas las cosas.